8 de marzo: El arrepentimiento es un oso de peluche floral que no garantiza que la violencia no volverá a ocurrir

Las flores y los chocolates han convertido al 8 de marzo en una prolongación de San Valentín, o del Día de la Madre, en el entendido de que el amor y la maternidad son dos características de la esencia femenina y dos objetivos de cabecera de nuestras vidas como mujeres.

Y pueden serlo, sin embargo, las mujeres que nos precedieron: abuelas, madres, tías, maestras, nos enseñaron que podemos tener otros destinos, que la vida tiene otras posibilidades y que podemos elegir. También nos enseñaron que hay un sistema injusto en términos económicos, sociales y políticos, que condicionan la libertad de elegir y que nos van ubicando a las personas en la vida con unas posibilidades y con unas limitaciones, que solamente la lucha colectiva pueden ir superando.

Mientras en la capital se realiza un concierto en contra de las muertes maternas, auspiciado por asambleístas, ministras y ministros, y otras personajes (la mayoría mujeres, de lo que queda de algo de sensibilidad en el régimen), debemos preguntarnos lo siguiente:

-¿No tendrá ninguna relación el hecho de que la violencia sexual sea tan alta en el país y de que, se siga penalizando el aborto por violación, con la cantidad de muertes maternas?

-¿Los abortos en condiciones de inseguridad, no tendrán algo que ver con la cantidad de muertes maternas?

-¿Qué pasó con el Código Orgánico Integral Penal? Supone un retroceso de por lo menos 20 años, comparado con la Ley contra la Violencia a la Mujer y la Familia, pues los casos de violencia psicológica, desde que se tipifica como delito, son largos, engorrosos y no dan respuestas efectivas a las mujeres. Esa ley está favoreciendo la impunidad.

-¿El Plan Familia, cargado de estereotipos de género, no representa un claro retroceso en materia de política pública para las mujeres?

-¿Dónde está el Estado Laico?

-¿Dónde está la capacidad de las mujeres políticas en cargos de elección popular y de designación, de tener su propia voz, cuando están siendo condenadas al silencio o sancionadas si expresan una opinión diferente de la del líder?

-¿Por qué ya no escuchamos las campañas del gobierno contra el machismo y la violencia? ¿Es que son ahora, más bien, políticas de estado el machismo y la violencia?

Asumo que la responsabilidad principal en estos temas es del estado (en todos sus niveles, gobiernos locales incluidos) por eso me preocupa que se hagan conciertos por el día de las mujeres contra las muertes maternas, que por otro lado, desde sus espacios de poder no ayudan a evitar.

De ahí viene también la reflexión de la vida cotidiana. No sé en qué momento nos dijeron que ya somos iguales. Solo miren las estadísticas: feminización de la pobreza, brecha salarial, jornadas de trabajo más largas, feminización del trabajo doméstico, violencia de género con cifras escandalosas, participación política con brechas cuando en teoría deberíamos tener ya paridad, retrocesos en materia de derechos sexuales y derechos reproductivos, estereotipos sexistas, invisibilización de la diversidad sexual, etc.

Tenemos mucho por hacer! Las mujeres somos diferentes existencialmente, pero eso no justifica que todavía seamos desiguales. No nos creamos el cuento de que somos iguales ya. Ese es el pretexto para ridiculizar nuestras reivindicaciones y reducirlas al ámbito de la histeria y de la exageración. Cuando escandaliza más una mujer que reclama por la violencia y la discriminación, que la violencia y la discriminación mismas, el 8 de marzo tiene más sentido. Porque los mariachis, flores, tarjetas, chocolates y globos, son muchas veces la forma de consolarnos luego de los golpes y de los insultos, de las humillaciones.

El arrepentimiento es un oso de peluche floral que no nos garantiza que la violencia no va a ocurrir otra vez. Los chocolates vacían de contenido político esta época. Las flores nos recuerdan lo delicadas que deberíamos ser, lo sumisas, lo no cuestionadoras. ¿Qué flor lo es? ¿Qué peluche reclama sus derechos? ¿Qué chocolate se indigna?

Entiendo también que en la vida hay procesos y que deberán pasar generaciones para lograr mayor igualdad. Sin embargo lo que parecía una cuestión de no retorno, puede perderse. Hay en todo el mundo una fuerte arremetida conservadora y machista que atenta contra los logros conseguidos por las mujeres. No debemos permitirlo.

También entiendo que es difícil que todo el mundo comprenda que las flores y los chocolates no son para el día de la mujer. Es tan difícil como que comprendan que el día de la madre no debe ser un día para regalar electrodomésticos. Tan difícil como hacer entender que no nos gusta que nos digan "mhijitas" y "mis reinas". Tan difícil como explicarles a los locutores/as de radio o mariachis que no nos halaga que digan que somos el centro del hogar, porque les dejaríamos sin guión. (Considerando, además, que a muchas todavía sí les gustan estas manifestaciones). Por eso luchamos todos los días, pero es una lucha durísima contra todo un sistema que ha reinado por milenios, y en el que, no necesariamente hay mala voluntad, sino una gran ignorancia que a muchas puede ruborizarnos combatir, cuando el sistema no se ruboriza, sino hace plata con la delicadeza, con la belleza, con la maternidad con la galantería y el amor y el discurso de los derechos no da plata, no es popular y no ayuda a "reconstruir hogares" que "el feminismo destruye"

Entre luces y sombras, sin embargo, el 8 de marzo es esperanza. Esperanza por rendir un tributo a nuestras abuelas (que en muchos casos, siendo sobresalientemente inteligentes, a lo mejor no pudieron acabar ni la escuela), a nuestras madres (a quienes les tocó afrontar solas cuatro roles, en la época en que ya sonaba el feminismo: madres, estudiantes, trabajadoras y amas de casa) y a nosotras, que ya tenemos más fácil el camino, pero que no podemos por eso decir que ya la igualdad se ha alcanzado, porque nos toca asumir otras luchas, personales y colectivas. Muestra de eso, que la violencia de género no cesa y más bien, se van perfeccionando sus mecanismos.

Mujeres, si ustedes gozan de una situación de privilegio, reconózcanlo y no dejen de mirar que la gran mayoría de mujeres vive todavía sumidas en la pobreza, la violencia y la exclusión. Por favor, no se pongan de ejemplo, nos alegramos de que se sientan realizadas, pero no extiendan sus sentimientos de autocomplacencia a todas las demás. No piensen que sus méritos les hicieron llegar donde están. Son sus méritos, sumados a las luchas de otras, por cientos de años. Y hombres, no se sientan ofendidos por cada consigna feminista. No es contra ustedes, es contra el sistema que también les oprime, porque ignora su lado femenino. El 8 de marzo se ha convertido en una ladies night que se solaza con los descuentos y la "valencia diferencial" con que las mujeres pagamos menos por un mismo servicio. No lo permitamos, hay que replicar en cada espacio que es una fecha reivindicativa. Cuando las flores, los chocolates y los peluches florales sean símbolos de esa lucha, seré la primera en entregarlos.

Por todas estas consideraciones, y más que nunca, creo que la lucha feminista continúa.

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