Cuando el huevo es pollo

Mientras en Chile hoy aprobaron la despenalización del aborto por tres causales: inviabilidad del feto, riesgo para la vida de la madre y embarazo por violación, lo que constituye sin duda un avance para ese país; en Ecuador el aborto por violación sigue siendo penalizado y corren peligro los derechos de las trabajadoras. La reforma laboral dice lo siguiente: “El trabajador o trabajadora, concluida la licencia o permiso por maternidad o paternidad, tendrán derecho a una licencia opcional y voluntaria sin remuneración, hasta completar los doce meses, para atender al cuidado de los hijos”.
Como antecedente, el Ecuador ha sido uno de los países con menos días de permiso materno en América Latina (84 días). Venezuela tiene 186 días, Cuba y Chile tienen 156, es decir, casi el doble que el Ecuador, con la ventaja de que estos seis meses en esos países son remunerados al 100%.
Para ser objetiva: es positivo que la licencia aumentada sea opcional y es positivo que pueda transferirse al padre. El problema de fondo, por el que grupos organizados de mujeres reclaman -posición que comparto- es precisamente el no pago de la licencia. En el discurso del presidente, se evidenció una responsabilización a las mujeres por la desnutrición infantil, que es alta, y para paliarla se le ocurrió la idea de ampliar la licencia, pero sin sueldo. Al haber tanta relación entre pobreza y desnutrición infantil, la medida no es adecuada, pues beneficiaría a un sector muy minoritario y privilegiado de mujeres que puedan mantenerse -aquí sí, más bien, que sean mantenidas- por sus parejas o familias en un año de licencia.
Por otro lado, con la posibilidad de tener acceso a licencias muy largas, en países tan desiguales como el nuestro, donde la feminización de la pobreza aumenta, efectivamente se corre el riesgo de que no se contraten mujeres o que se condicione ilegítimamente nuestro derecho al trabajo a no quedarnos embarazadas. Es positivo que la licencia pueda ser transferible al padre para fomentar la corresponsabilidad, no me queda claro si finalmente las mujeres que se acojan a la licencia tendrán o no seguridad social.
De no estar cubierta y garantizada al menos la seguridad social y con licencias sin sueldo, nuevamente volvemos a un esquema que deberíamos tener superado hace años, donde el rol reproductivo de la mujer se considera asunto individual y el cuidado de las hijas e hijos de responsabilidad exclusiva de las madres, donde la desnutrición sería culpa de las madres y donde inexplicablemente se les pediría vivir del aire con la falsa etiqueta de promover el cuidado. De nuevo, si es opcional puede ser positivo para las mujeres que puedan -las ricas- sostenerse sin un ingreso, pero también la posibilidad de concesión de una licencia tan larga, tendría el efecto de no contratación de mujeres. Las medidas tienen que ser integrales y no parches. Por ejemplo, garantizar un mayor período de licencia remunerada, establecer servicios públicos, gratuitos y de calidad de cuidado, promover la corresponsabilidad en las familias, las empresas, las instituciones y el estado. Sólo pocas mujeres podrían vivir y criar a sus guaguas sin sueldo un año.
Me interesa mucho conocer sus criterios (sobre todo los criterios de las madres que pueden hablar mejor que yo de estos temas) y les dejo con un polémico artículo de Pedro Lemebel de 2008. Aborda sin tapujos el tema del aborto, en un país donde hasta hoy el aborto era punible en todos los casos. Escribe, claro, desde la crítica a la doble moral de la derecha católica chilena, reivindicando el derecho al placer, sin referirse directamente a la cantidad de mujeres que quedan embarazadas por violaciones. Sin embargo, su punto de vista no deja de ser interesante, al revelar a la prohibición de abortar como criminalización de la pobreza. Finalmente, en asuntos de derechos de las mujeres (cuando decidimos ser madres, cuando decidimos no serlo) es central la consideración más amplia de nuestros derechos, evidenciando el esquema patriarcal, pero también el capitalista, donde unas reformas pueden beneficiar a un sector privilegiado, pero sumen en mayor miseria a la mayoría de mujeres. Bien por Chile, y ojalá, en algún momento, no existan causales -con los plazos sí estoy de acuerdo- y sí confianza en la capacidad de decisión de las mujeres y protección de su derecho a la salud en todos los casos.
Seguramente Pedro Lemebel estaría contento con la despenalización del aborto. Sin duda, esto tiene relación con la presidencia de una mujer feminista y varias diputadas feministas en el congreso. Acá todavía nos gobierna un hombre que nos mira como reproductoras y no como sujetas plenas de derechos.

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