Cuenca ¿digna madre de egregios campeones y de sabios y santos varones?

Marisol Peñaloza, vicealcaldesa de Cuenca, detrás de dos filas de sabios y santos varones, luminarios del patrio esplendor. Foto tomada de la cuenta de Twitter @FernandoEcoNo.

Todo comenzó cuando vi esta foto. Yo tengo mi propia versión del Himno a Cuenca. Digna madre de egregias campeonas y de sabias y fuertes mujeres, luminarias del matrio esplendor. Pero hoy nos calza la versión original. En estos tiempos de supuesta igualdad entre mujeres y hombres ya hasta se han perdido normas básicas de lo que las feministas conocemos como “machismo galante” y que los patriarcas reivindican con orgullo varonil como “caballerosidad”. Creo que ni en 1984, cuando se eligió por primera vez una concejala mujer, cuando las sesiones de Concejo Cantonal quizás eran también tenidas con whisky y tabaco e insultos y amenazas de arreglar las cosas afuera “como hombres”, se hubiera permitido que la única “dama” presente, se siente detrás, sola, en una imagen que grafica la realidad de todas las mujeres en la participación local de mi querida aldea confesional-medieval llamada Atenas del Ecuador, a la que amo profundamente, y por lo mismo me gustaría que vaya superando los rezagos coloniales de su sociedad de castas. 

Yo conocí a Marisol Peñaloza hace muchos años, como una joven entusiasta, una lideresa rural comprometida con el avance de las mujeres y su autonomía económica, una enamorada del sector rural al que pertenece, de su parroquia Sayausí, de las tradiciones y de la vida dura y entrañable del campo cuencano. Marisol es una mujer valiente, profesional, comprometida con los derechos humanos. Como integrante del Consejo Cantonal de Protección de Derechos de Cuenca, por las mujeres, fue clave en la defensa de temas álgidos como la despenalización del aborto en casos de violación, la defensa de personas en situación de movilidad humana, de los derechos de niñas, niños y adolescentes y de personas LGBTI. Una aliada que va ganando fuerza y ratificando su legitimidad, con o sin vicealcaldía, mientras los patriarcas que la rodean y rechazan, viven en el siglo XIX, retorciéndose en su misoginia. Todos, por cierto. El machismo es multipartidario y transversal, no cuestión de izquierdas ni derechas ni de movimientos autodenominados ciudadanos, apolíticos y “nuevos”. El pacto de caballeros funciona con perfección sincrónica en el elogio de las reinas, el repudio a las reinas travestis y trans y la discriminación a las vicealcaldesas. Es una fórmula. Es decir, la veneración de las mujeres como objetos sexualizados, de contemplación y su rechazo como sujetas políticas que posicionan, reclaman y “joden”.

 En lo local, las mismas personas que defienden ferozmente los reinados de belleza como los espacios de representación de las mujeres se pronuncian con encono frente a la lucha de las mujeres en las cortes por el cumplimiento del principio constitucional de paridad en la elección de las vicealcaldesas. 

Sufrimos recientemente un nuevo revés que lo describe muy bien Johanna Romero para El Telégrafo; (https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/6/sin-mujeres-no-existe-democracia), cuando vía acción de protección se logró que la ley se respete y que el ilegalmente nombrado como vicealcalde Pablo Burbano, en Cuenca, dé un paso al costado para que Marisol Peñaloza se posesione como vicealcaldesa. Un tribunal patriarcal de la Corte Provincial de Justicia, conformado por los jueces Pacheco y Larriva, con el voto salvado de la jueza Martha Guevara, vulneró los derechos de Marisol Peñaloza y dio paso al regreso de Burbano. No sorprende esta acción, ya lo vimos con la sentencia del matrimonio igualitario, concedido por juezas de avanzada en primera instancia y revocado por jueces de Corte Provincial que sentencian con sus prejuicios machistas, homofóbicos y transfóbicos, y que son hasta premiados por el mismo Concejo Cantonal de esta imagen histórica que me hizo revivir del letargo del feriado para escribir con iras, como suelo hacer, envuelta en mi colcha de tigre.

En 2009 yo fui concejala suplente en Cuenca. Era una guagua de 22 años. Era, como diría una poderosa sevillana, mujer política, una “mujer cuota” y estoy consciente de eso y reconozco el valor histórico de haber sido políticamente el resultado de la lucha sin descanso de las mujeres por el principio de paridad política. Sin las acciones afirmativas quizás ni yo; ni otras mujeres valiosísimas; hubiéramos llegado a ocupar cargos de elección popular. En mi época éramos seis mujeres, dos del sector rural, Norma Illares y Ruth Caldas, nuestra vicealcaldesa, Chechi Alvarado, Juanita Bersosa, Monse Tello y yo impulsamos varias ordenanzas de defensa de los derechos de las mujeres y de las personas LGBTI. Pero también las compañeras posicionaron temas vinculados con movilidad, participación, cultura, planificación y temas “de hombres”. Es que las mujeres lo podemos todo. 

Nosotras, que éramos algunas, vivimos momentos álgidos, discriminaciones, micromachismos, violencia política y el trato condescendiente o misógino, directamente, de “mhijas, misreinas”. Le recuerdo a la Chechi Alvarado diciendo en sesión, firme, que ella no es “mhija” de nadie. Así, hasta en el lenguaje, todo fue una lucha. Lo que a mí me tocó fue que me negaran el vehículo, más por opositora política que por mujer y que se dudara de mi orientación sexual por trabajar con la población LGBTI, lo cual me causaba gracia. Me muchachearon full, también, pero quizás mis privilegios de clasemediera y la sombra protectora de mi padre, “ah, usted es hija de” me ahorraron mayores conflictos, pero nunca olvidaré la mañana en que amanecí con más de mil mensajes de los antiderechos en mi mail rechazando la Ordenanza para la inclusión de la diversidad sexual que habíamos trabajado y mi miedo a transitar por el gran convento llamado Cuenca después de las amenazas implícitas en dicha tormenta digital.

Por varios factores, entre los que cuenta el sistema electoral, las apuestas de los movimientos locales, en 2014 hubo más mujeres elegidas. Muchos varones fueron renunciando a los cargos por cosas más “importantes” y el Concejo Cantonal anterior se llenó de mujeres. Yo me acostumbré a ver mujeres sentadas en los cubiles felinos de la democracia local de la morlaquía. Yo me acostumbré a ver mujeres decidiendo, bien y mal, pero voceras. Yo me acostumbré a ver una vicealcaldesa posicionada, mujeres unidas y sororas en la aprobación de propuestas específicas para las mujeres, mujeres femeninas no feministas haciendo su juego al patriarcado, pero mujeres. 

Hoy esta imagen de la hermosa Marisol detrás, con su traje de gala, de Chola cuencana, ante la impasibilidad de dos filas de señores puede ser leída de diferentes formas. Varios concejales anunciaron que no participarían de la sesión solemne por diferencias políticas con el régimen. En el caso de Marisol su postura puede ser un ejercicio de autosegregación. Quizás Marisol así demuestra que se distancia del partido por el que fue elegida y sus mandatos patriarcales y de las otras bancadas que tampoco la representan. Pero también esa fotografía es la imagen de la desigualdad y de la posición real de las mujeres rurales en una ciudad misógina, racista y clasista. Una ciudad comandada por varones blanco-mestizos, representantes del sector empresarial, de clase media-alta, maduros y casi todos, urbanos.

Quizás Marisol hubiese tenido espacio en la primera fila si era la Cholita cuencana, me pongo a pensar. Parece que hoy la condición para que las mujeres estemos en los altares públicos es nuestra presencia a título de floreros. Como actoras políticas, no. Y eso es muy 1980. 

La imagen me entristece profundamente pero también me recuerda que a la misma hora de la sesión solemne, muchas mujeres jóvenes, feministas, estuvieron en el espacio público, a pesar de las vallas, con la consigna “200 años sin mujeres” reclamando nuestra presencia y actoría local. Hacemos falta. Quizás no estamos ahí, pero estamos en otros lados. En todos lados. Crecemos en los márgenes y volveremos a esos sillones, regias, y decididas a no salir más. 

Comentarios

  1. Gracias por ser la voz de muchas mujeres por expresar con tanta verecidad lo que sentimos por señalar que aqui estamos que no nos casamos cuando de nuestros derechos se tratan gracias por tanta elocuencia y por decir la verdad.

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  2. La lucha de las mujeres por avanzar día a día en la conquista de sus derechos representa lidiar con toda esa cultura androcentrica que perdura pese a todos las conquistas políticas culturales sociales etc. Los estudios de género representan un aporte incondicional para los cambios que deben producirse en lo publicó en lo privado , en la familia y en la sociedad toda.

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    1. Absoluta basura... Una pérdida de tiempo leer estos textos... La señora está en la tercera fila porque seguramente llegó más tarde que los demás. Y tú hiciste una historia de eso... Faltó ácido fólico.

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