"¡Cualquier maldad, menos la de la mujer!". Sobre la censura al "Milagroso altar blasfemo" y al "Coño Insumiso"
Las feministas no descansamos, aun enfermas. Me encontraba convaleciente, convenientemente envuelta por mi colcha de tigre, en mi lecho de dolor, con una de esas gripes voraces que abundan en las heladas de agosto, cuando vi que en Quito, el mural feminista de las bolivianas "Mujeres creando", llamado creativamente "Milagroso altar blasfemo", en el marco de la muestra "La intimidad es política" del Centro Cultural Metropolitano, ha sido censurado, con el pretexto formal de que la obra "no cuenta con permisos, al tratarse de un bien patrimonial".
La razón de fondo, aunque negada, podría ser la reacción iracunda de la Conferencia Episcopal ante las imágenes conmovedoras del fresco, que cuestiona el machismo y los abusos de la iglesia católica contra los cuerpos de las mujeres. Dice la obra: “Estamos en la ciudad de Quito, la más importante del norte del Tahuantinsuyo, cuya refundación colonial se ubica en 1534. Estamos en la espalda de la cúpula de la iglesia de la Compañía de Jesús, lugar simbólico donde después de haber sido censuradas estas imágenes, hallan un espacio históricamente más significativo que repetir sus proclamas libertarias y poder plasmar este Segundo Altar Blasfemo. Es la demostración de que el azar está de nuestro lado. Les presentamos esta descomposición, adaptación, reinterpretación y síntesis de todos los altares instalados a lo largo y ancho de nuestra América para que acatáramos el colonialismo como mandato divino. Para que aceptáramos de rodillas nuestra inferioridad y nos olvidáramos de nosotras mismas y de los placeres y sabores de la vida”.
La propia organización de la muestra ya previó que podría herir susceptibilidades y colocó en lugares visibles advertencias a las y los visitantes en el sentido de que era de exclusiva responsabilidad del público decidir si miraba o no el mural, amparándose en la libertad del arte. Aún así, la Conferencia Episcopal ecuatoriana y grupos religiosos expresaron públicamente su malestar por la intolerancia religiosa que el mural a su juicio profesa. Como si no fuera suficiente, un concejal que no comprende que el estado es laico, envió una enérgica carta al alcalde de Quito, reafirmando sus convicciones católicas y su preocupación por la existencia del mural. Pidió además la cabeza de la Directora del MET (Centro Cultural Metropolitano) por su gestión hereje. Por último, la Municipalidad de Quito ordenó el retiro del mural porque según informe del área de Patrimonio, la pintura no contaba con los permisos y no podía haberse hecho en la pared de un inmueble patrimonial.
En España pasó algo similar con la "Procesión del Santísimo Coño Insumiso", en un Primero de Mayo en Sevilla, donde colectivos feministas emularon una procesión católica con una gigantesca vulva de cartón piedra, hartas de ganar menos por trabajar más, hartas del control de sus cuerpos, hartas de la persecución al movimiento feminista de grupos católicos, pro vida y de extrema derecha, hartas de que la agenda feminista sea desplazada en los partidos y movimientos políticos, hartas de ser burladas y menospreciadas en las casas, en los trabajos, en la política, hartas de que no todas las mujeres puedan decidir sobre sus maternidades.
La nueva cacería de brujas es la censura, además de todas las vulneraciones de derechos de las mujeres, que la procesión del "Coño Insumiso" denunciaba. En España abrieron juicio oral por presuntos delitos contra los sentimientos religiosos después de que consideraron que el derecho a la libertad de expresión no era absoluto, contra las tres andaluzas que lideraron la procesión.
En Quito-Ecuador, Luz de América, capital de un país pequeño y variopinto, pasa algo similar. La censura a la obra de las bolivianas "Mujeres Creando" es inadmisible. Es una nueva cacería de brujas. En mi lecho de dolor lo constato. Como la vida es mágica, justo estoy leyendo "Mujeres en la Hoguera: Representaciones culturales y literarias de la figura de la bruja", generoso en explicaciones para este fenómeno.
Lo ocurrido en Sevilla y en Quito, es nada menos que una cacería de brujas. En "Mujeres en la Hoguera", Ana María Cortés escribe: "¿Por qué la persecución se dirigió principalmente contra las mujeres? (...) Sobre la mujer enunciaban que de entrada su maldad le venía de origen: según la etimología latina, la palabra fémina se dividía en dos partes, la fe que significaba la creencia incuestionable, absoluta y ciega en Dios y minas o mínimo, el desprecio o la minimización de algo. Entonces, por definición, la fémina o mujer era el ser que despreciaba el cristianismo por ser incapaz de preservar y mantener su fe a causa de su maldad. Esta, la maldad, le era intrínseca por ser parte de su naturaleza. En la teología y los textos de los Padres de la Iglesia, se declaraba la maldad femenina, como en el Eclesiástico, último de los libros sapienciales del Antiguo Testamento, que puntualizaba "¡Cualquier maldad, menos la de la mujer!", así como San Juan Crisóstomo en las Noventa homilías de San Mateo, quien afirmaba que "cuando una mujer piensa por sí misma, piensa en la maldad".
Así, las mujeres seríamos presa fácil de la brujería por nuestra tendencia a la superstición y la credulidad, nuestra impresionabilidad, nuestra fragilidad de cuerpo y mente y nuestra carnalidad y apasionamiento, sumada a la mala memoria y a la impulsividad, por nuestra propensión a la mentira, la envidia, la vanidad y nuestra naturaleza insaciable y lujuriosa. Las mujeres, así, debíamos ser condenadas porque portábamos el pecado original. Pocas mujeres se salvaban. La Virgen María, de santidad incuestionable, era la primera en salvarse. Entonces, cualquier humanización de la Virgen tiene que castigarse, antes con la hoguera, ahora con el enjuiciamiento, la cárcel o la censura: que sea una con el Coño Insumiso, o que sea la Dolorosa que llora por las víctimas de femicidio, o que diga lo siguiente:
"No quiero ser la madre de Dios,
de ese dios blanco, civilizado y conquistador.
Que Dios se quede huérfano, sin madre, ni virgen.
¡¡Que se queden vacíos los altares y los púlpitos!!
He descubierto que para ser feliz
sólo hay que renunciar a tus privilegios,
a tus virtudes y perfecciones.
Proclamo la inutilidad de los privilegios,
la tristeza de los altares.
la muerte del capitalismo"
Mujeres creando
Rechazo enfáticamente la censura, originada en la iglesia y secundada, insólitamente, por el estado. El estado laico es una quimera. Somos las andaluzas del coño insumiso. Somos las bolivianas, mujeres creando, del milagroso altar blasfemo. Somos las brujas lapidadas por el curuchipismo patriarcal. Somos las vírgenes que renunciaron a los privilegios, las virtudes y las perfecciones. Somos la directora del museo cuya cabeza piden. Somos las lesbianas perseguidas. Somos las artistas censuradas. Somos las feministas perseguidas por la misoginia clerical.
Sin embargo, por la misma censura, estas obras, que en principio hubieran sido apreciadas por públicos reducidos, son virales. Los altares blasfemos y los coños insumisos son maldades de las mujeres, cansadas de la explotación capitalista y patriarcal que se recorren el mundo por la represión de quienes quieren sus privilegios intactos. Nuestra rebelión es reproducir las obras hasta la saciedad, porque si a ellxs les ofende el arte feminista, a nosotras nos duele y nos ofende la realidad de subordinación, violencia, explotación y dominación de las mujeres y ya no estamos para callarla.
Dicho esto, vuelvo a mi descanso merecido por una gripe que carcome como fanático religioso resentido que no me ha de vencer.
Dicho esto, vuelvo a mi descanso merecido por una gripe que carcome como fanático religioso resentido que no me ha de vencer.
Comentarios
Publicar un comentario