Los chicos también nos pueden apoyar. Es fácil. No nos maten. No nos golpeen. No nos insulten. No nos violen. No nos digan feminazis. No nos digan porquerías en la calle. No nos manden mano. No se beneficien de los cuidados gratuitos, materiales y emocionales de sus madres, hermanas, amigas, novias, esposas, parejas, sin hacer su parte, sin cuidarles también. No nos revisen el celular, no controlen cómo vamos vestidas. No nos digan que estamos gordas o feas. No nos hagan callar. No nos “castiguen” con silencios prolongados, porque eso también es violencia. Si no nos aman dígannos que no nos aman, sin dramas. Podemos salir adelante sin su amor. Si no les aman, déjenles ir, sin venganzas. Si algo de lo que decimos les parece exagerado o (insólito pero no improbable) violento, antes de reaccionar piensen detenidamente por qué decimos lo que decimos y traten de ponerse en nuestro lugar. No se rían de nuestras luchas.
No digan que una mujer tiene que ser femenina. No nos digan cómo tenemos que ser. No digan que una dama debe “hacerse respetar”. Ustedes nos tienen que respetar. No juzguen en una mujer peores las mismas conductas porque somos mujeres: “qué feo que fumen, qué feo que beban, qué feo que digan palabrotas”. No digan a las mujeres que no conocen o que trabajan con ustedes mhijas, mi reina, mi amor, mi corazón. A menos que le dijeran lo mismo a un hombre en esas circunstancias. No asuman que tienen que mantenernos.
Funden sus relaciones sexuales y afectivas en el deseo y el consentimiento mutuo. No paguen por sexo. No se crean cool por “ir de putas”. No se larguen de la casa dejando solas a sus compañeras sin justificación, asumiendo que las tareas del hogar y el cuidado de las guaguas son solamente su responsabilidad.
No se tomen el protagonismo de nuestras luchas. No se apropien de nuestro trabajo o de nuestras ideas. No se crean que son genios en sus profesiones sobre los escombros de las carreras de sus compañeras.
Tengan conciencia de que tienen privilegios y traten de entender que tenemos miedo de salir solas, no porque necesitemos la protección de ustedes, sino porque estamos en mayor vulnerabilidad en las calles. Pero no con el pretexto de “cuidarnos” corten nuestra libertad de expresión, pensamiento, acción y estética.
Si todo esto les parece injusto o dificilísimo, hagan examen de conciencia. Si saben que hacen estas cosas y quieren cambiar, les exigimos que cambien. Si lo primero que piensan cuando leen esto es “es que no generalicen, no todos somos así” pues no se sientan aludidos, simple. Y reproduzcan estos mensajes con otros hombres que, a lo mejor, les hacen a ustedes el caso que no nos hacen a nosotras.
No envíen contenidos sexistas a sus redes sociales. Hagan ver a sus panas que los chistes machistas y las imágenes sexistas son violencia de género. No se burlen de los homosexuales ni discriminen a las personas LGBTI. No se sienten con las piernas abiertísimas en los buses porque no necesitan todo ese espacio. No nos digan “te quiero libre, linda y loca” o “mujer bonita es la que lucha”. Lloren si quieren. Hablen sobre lo que les oprime. No se queden callados cuando estén tristes. Compartan sus sentimientos y sus dudas. No tengan miedo de preguntar si algo es machista, prefiéranlo a asumir que no lo es. Lean sobre feminismo. No sientan amenazada su masculinidad por ser justos con las mujeres.
Si son homosexuales, no tengan novias para aparentar. No se casen con mujeres que no aman. En los campos en los que trabajan conozcan los aportes de las mujeres. Indígnense cuando en un evento, una reunión, una mesa directiva, sólo estén varones. Contraten mujeres. No presionen a sus parejas para tener hijxs si ellas no quieren. No obliguen a sus parejas a abortar. Si van a hablar de temas de género, háganlo desde una posición auto crítica y de aliados o prefieran que lo haga una mujer. No nos enseñen cuál es el buen feminismo y el mal feminismo.
Paguen sus pensiones alimenticias. No sigan controlando las vidas de sus ex parejas. Sepan perder. Implíquense en la crianza de sus hijos e hijas. No sólo en juegos, cámbienles los pañales, trapeen el piso, laven la ropa, limpien la taza del servicio higiénico, planchen sus camisas. No digan que hacen su parte en la casa porque cocinan de vez en cuando una parrillada. No se limiten a comer, cocinen y laven los platos.
Enseñen a sus hijxs a respetar a las mujeres. En todas las cosas que hagan en su trabajo, piensen en las consecuencias que pueden tener para las mujeres, en sus horarios y sus sobrecargas. No se enojen con nosotras por decirles lo que pensamos que tienen o no tienen que hacer. Porque nosotras ya nos cansamos que ustedes nos digan lo que tenemos que hacer. Porque nosotras avanzamos, nos apoyamos, pero el mundo no va a cambiar si no asumen su parte.
Sus carreras, su prestigio, su capital económico y social se han construido también con los cuidados gratuitos de muchas mujeres o en detrimento de nosotras. No digan "yo no soy machista, pero..." Pongan en crisis sus peros. Escuchen nuestras razones. No asuman que tienen la verdad o que su experiencia concreta es la experiencia humana. O que su historia es la historia universal. Sepan pedir perdón. Reconozcan que están en un proceso porque el patriarcado está en nuestras fibras íntimas. No nos culpen a las mujeres por las violencias que vivimos. Piensen si les gustaría que lo que les hacen ustedes a las mujeres lo hagan con mujeres que ustedes quieran otros hombres. Analícense y organícense. No le digan a su compañera "mi mujer". No le digan a la señora que trabaja con ustedes "mi secretaria" o que "trabaja para mí".
Y aporten si algo falta en estas líneas.
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