¿NEBOT SE DECLARA FEMINISTA Y APOYA LA DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO?


PRIMERA PARTE ¡NEBOT SE DECLARA FEMINISTA!
SEGUNDA PARTE ¿NEBOT APOYA LA DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO POR VIOLACIÓN?

Parece que deberíamos crear una palabra para aquellas sensaciones inclasificables o imposibles de etiquetar con términos existentes. Al ver que Nebot se declara en un tuit “feminista” ante los hechos execrables de violencia machista que han lacerado al país en los últimos días, varias cosas vienen a mi mente. Entretanto, busco en los sótanos de mi memoria la palabra precisa que, como guante, calce en mi sentimiento inefable: rechazo, sorpresa, desconcierto, ¿satisfacción?, entre otras emociones que, sumadas, darían lugar a este “algo” que no logro descifrar. Nebot se declara feminista. ¿Nebot se declara feminista? ¡Nebot se declara feminista! La Conferencia Episcopal, por su lado, sugiere a las mujeres “botar a los maridos si les pegan” y hasta les “autorizaría” a anular el matrimonio. ¿Es que por fin los fachas y las instituciones que por años han sostenido la inferioridad de las mujeres están despertando? ¿Es que nos perdimos de algo y el feminismo ya es popular y ya da réditos electorales o popularidad a sus históricamente perseguidxs simpatizantes?
¿Y entonces qué?
El Ecuador es un país donde la misoginia está institucionalizada. Tan tejida entre las fibras de la población que el proceso de abrir los ojos para darnos cuenta de la no naturalidad de la violencia es tardío o inexistente, cuando no hemos tenido la posibilidad de recibir en la casa, escuela o colegio una educación en igualdad y cuando instituciones como las familias, iglesias, instituciones públicas y privadas, comunidades y barrios, refuerzan todos los días los estereotipos de género, es decir, aquellos prejuicios o ideas que definen unas formas de ser varón o ser mujer como las naturales, que nos hablan de esencias: la mujer rosada, el hombre azul, la mujer delicada, el hombre fuerte, la mujer-madre, el hombre autónomo. Esos estereotipos que son la verdadera “ideología de género”.
Gracias a la lucha de los feminismos a lo largo de la historia nos pusimos las gafas violetas, o nos sacamos la venda de los ojos. Ese primo chistoso nos parece ahora un machista. Ese cantante que en la adolescencia nos hacía suspirar y melancolizar nuestra existencia nos parece aparte de patético, un misógino patán. Ese ex novio por el que lloramos un día hoy nos produce gratitud con el universo porque no fue. Esa experiencia es amarga porque nos mueve el mundo, nos lleva a repensar nuestra existencia y ponerle nombre a lo que no lo tenía cuando fuimos niñas, por ejemplo. ¿Por qué no me daban risa los “chistes” colorados? ¿Acaso era yo una puritana? Pues viéndolo en retrospectiva, esos “cachos” casi siempre eran machistas. Tenía adentro de mí el malestar que no tenía nombre cada vez que me decían mhijita, mireina, mi corazón, que me explicaban de manera condescendiente cosas que ya sé.
Cuando somos feministas vemos violencia en todo porque el mundo es un lugar violento. Hemos desarrollado la sensibilidad –poco común- de entender que mujeres y hombres deberíamos ser iguales en derechos y cuando vemos que esto no ocurre, nos indigna. Esta capacidad de indignación es la que nos mueve como feministas a luchar porque el mundo no nos sea adverso sólo por haber nacido mujeres.
Es, por lo mismo, asombroso, que personajes como Nebot se autodenominen feministas.
La primera parte de este escrito, sumamente polémica, nunca la publiqué, como tampoco publiqué un ensayo en el que hablaba de mi experiencia de (des)encanto con Rafael Correa, ligada al despertar de mi conciencia feminista. Hoy que Nebot, autoproclamado feminista, además, en comunicado público, apoya públicamente la despenalización del aborto por violación, me vi en la obligación de retomar esta reflexión.
¿Esto hace que Nebot sea de izquierda? No. ¿Esto borra las prácticas socialcristianas, alejadas de la protección integral de derechos, en las altas esferas del poder? Probablemente no. ¿Esto sirve a la causa? Definitivamente, sí. Seguro Nebot ha estudiado el escenario cruel del aborto clandestino vinculado con la violencia sexual sistemática que las niñas y adolescentes sufren en nuestro país. También es seguro que conoce que la mayoría de la población no está de acuerdo con que una mujer que aborta vaya presa, así repudie el aborto, o le cause, por lo menos, inquietud de conciencia como falta moral. También sabe que es el tiempo de las mujeres y que no puede perder el tren de la historia. Movimientos internacionales y nacionales de impacto como la #Mareaverde, el #MeToo, #Niunamenos #Vivasnosqueremos y #Déjamedecidir nos movilizan en las ciudades, las redes sociales y las calles por nuevas condiciones de vida, donde las mujeres somos agentes y no pasivas receptoras de la violencia estatal y social que, por acción u omisión, nos impide ejercer plenamente nuestro derecho a la autodeterminación.
Las causales que ahora se plantea integrar en el COIP para despenalizar el aborto son mínimas. Estamos aún lejos del aborto libre. Se pretende despenalizar la interrupción legal del embarazo en casos de violación, incesto, inviabilidad fetal o inseminación forzada. Es decir, el estado por fin se está haciendo responsable de evitar crímenes de lesa humanidad. Verdaderos ejemplos de tortura que silenciosamente muchas mujeres han sorteado pero que otras, sin la misma suerte, han sufrido.

Así que Nebot, como político hábil, sabe que no puede decirnos que no a las mujeres y a los hombres que en todo el mundo peleamos por reconocernos, cada vez, más humanas. No nos olvidamos de sus ejecutorias, pero lo que acaba de hacer tiene un gran poder simbólico: sin duda se va a traducir en votos favorables a la vida y a la salud de las mujeres. Y eso sí importa. Y reconocer que eso está bien no es ceder principios, es celebrar que estamos a un pasito más de la igualdad.
Es mezquina la lectura de que sin nos parece bien que Nebot apoya la causa, se debe a ingenuidad, falta de memoria histórica, pacto con la derecha o estulticia. El impacto de esa decisión es inmenso. Nos importa que la mayoría apoye la vida de las mujeres. No olvidamos quién es Nebot. Pero hay que reconocerle una cosa: es inteligente. Si un político ducho como él se pronuncia así es porque la mayoría de los ecuatorianos no queremos niñas, adolescentes y mujeres enfermas, muriendo en hospitales o encerradas en la cárcel por una decisión que debería ser segura.
El profundo y excelente reportaje de Wambra sobre aborto recoge un dato espeluznante, de la Defensoría Pública: 100% de las mujeres procesadas por aborto son pobres y el 69% de mujeres judicializadas por haber abortado tienen entre 14 y 19 años. El 40% son afrodescendientes. La criminalización del aborto está racializada y dirigida selectivamente hacia las mujeres más desfavorecidas. Penalizar el aborto es injusto e inmoral. Nebot ya entendió, ¿qué esperas vos para entender?

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